martes, 19 de enero de 2010

Caminando...

Así estaba, caminando, sola, desesperada por no saber a dónde la dirigían sus pasos, oía el ruido que la rodeaba, los autos, aquéllos gritos ambulantes que ofrecían productos de mala calidad con elevados precios. Todos a su alrededor, pasaban con prisa, sus pasos eran cada vez má largos y más pronunciados, todos con su andar y su rostro expresando miedo, prisa, angustia de querer llegar a... alguna parte. Ella se detuvo en la esquina, tratando de convencionar lo que sus ojos presenciaban, una mujer gritaba que detuvieran al jóven que corría porque le había arrebatado de sus manos lo que con esfuerzo y sacrificio se había merecido, el primer pago de su trabajo, la mujer gritaba inconsolada y desesperadamente; pero nadie hacía nada, el jóven cada vez corría más y más a prisa, los niños con su mirada inocente, giraban la vista a sus madres y apretaban la mano de ellas para sentirse seguros, los ancianos suplicaban que algún despistado les tendiera la ayuda para detenerse en un lugar seguro y...seguro.
Todo en esa tarde nublada y con el comienzo de la llovizna, era prisa, inseguridad, desolación, era llanto, era una imágen incomprensible, pero ella, al sentir cada momento, su latido era más y más insesante, sus pasos también eran más largosy apresurados, pero porque no quería ser parte de esa fotografía, más y más rápido era su andar hasta llegar a correr, hasta comenzar a huir, de todo y de todos.
Mientras más se alejaba, disminuía la presión, la miseria, y todo aquello que la orilló a correr, su latido comenzaba a ser más sutíl, su respiracipon empezaba a regularse y la imagen empezaba a aclararse más; en ese momento, el cielo cambio del gris a azul, las nubes se contemplaban en todo el horizonte, los ambulantes, caminaban, no corrían ni mucho menos gritaban o lloraban, los niños sonreían y su mirada reflejaba esperanza, amor, agradecimiento por estar con la persona ideal, su mamá...
Al observar estas imagenes sus pasos también empezaban a ser más y más cortos y lentos, su semblante había cambiado, sus mejillas sentían las gotas del rocío que rodaban por su rostro por el viento; sus brazos inexplicablemente se extendían a todo lo largo, este rostro desolado y desesperado miraba al cielo y comenzaba a sonreir, a sentir que había salido de aquélla fotografía, el cuerpo que hacia minutos antes temblaba de miedo, ahora giraba al compás del canto de las aves que también disfrutaban de ese crepúsculo.
Ella despertó sintiendo su latido insesante, despertó de ese sueño que solamente le había conmovido sus emociones y que habian sido producto de una preocupación de los exámenes finales de su semestre de Filosofía...

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